![[personal profile]](https://www.dreamwidth.org/img/silk/identity/user.png){kind=small}
Soledades. Mejillas manchadas. [Evento]
Fandom: Soledades
Prompt: Mejillas manchadas
Palabras: 471
Liam se parece demasiado a Richard, aunque sus ojos sean celestes y no de aquel verde brillante pero vacío y aunque la sonrisa de Liam nunca la vio en su padre. Pese a eso, William ve en Liam la naturaleza impoluta del Richard que él conoció hace mucho tiempo, la que murió mucho antes de que el mismo Richard se suicidase y que hubiera gustado mantener en él más tiempo.
Desliza la mano por la cabellera rubia, actualmente demasiado larga y el niño ni siquiera le presta atención, ocupado en terminar su helado de chocolate con cookies. Aunque luego le mira, con la diversión en los ojos y llevándose la cuchara a la boca.
Se limita a revolverle un poco el cabello, sin apartar la vista de él. Se parecen tanto, en tantas cosas que a veces no puede evitar pensar que una parte de Richard se ha quedado ahí, dentro de ese niño y es la parte que él guarda como tesoro.
- Will... - Susurra de pronto Liam, haciendo a un lado lo que queda de helado que no se comerá, para dejárselo a William y alza una manita apartando la del otro.- ¿Te sientes mal, Will?
- Sólo... recordaba.- Le musita y es demasiado sincero, porque incluso la nostalgia se le cuela en la voz.
Y Liam ya no le dice nada, sentado en su pequeña silla y ofreciéndole el helado que William come, despacio, un poco sumergido en sí mismo, aunque se supone que está cuidando de Liam.
William se da cuenta de que a Richard lo amó, no con la fuerza con la que ama a su esposa, sino con un poco más de suavidad, con mucha más tristeza entremezclada. Y el dolor de su partida, pese a los años, aún perdura como una herida demasiado grande que a veces sangra.
Sale de cavilaciones cuando siente la servilleta de papel contra sus mejillas y lo que ve es a Liam que, arrodillado sobre la silla, se inclina hacia él y con una concentración inusual talla sus mejillas.
- ¿Qué...?
- Estás sucio de helado. Del mío y del tuyo, Will.- Dice, y sigue limpiando, con más cuidado ya, aunque frunce el ceño cuando aparta la servilleta y sigue viendo.- Tienes un rayón ahí.
Y pica en el punto exacto y William no puede evitar reírse, despacio. No porque le causa gracia, sino porque es lo único que puede hacer en tales circunstancias, porque resulta extraña la manera en que el parecido le juega malas pasadas.
- Will...
- En la oficina. Me rayé con un boli en la oficina y la tinta aún no se quita, ¿contento?
Entonces Liam le mira muy fijamente y su mirada no parece la de un niño de ocho años.
- Mamá tiene razón. Eres un niño grande.
Pero se sonríen.
Prompt: Mejillas manchadas
Palabras: 471
Liam se parece demasiado a Richard, aunque sus ojos sean celestes y no de aquel verde brillante pero vacío y aunque la sonrisa de Liam nunca la vio en su padre. Pese a eso, William ve en Liam la naturaleza impoluta del Richard que él conoció hace mucho tiempo, la que murió mucho antes de que el mismo Richard se suicidase y que hubiera gustado mantener en él más tiempo.
Desliza la mano por la cabellera rubia, actualmente demasiado larga y el niño ni siquiera le presta atención, ocupado en terminar su helado de chocolate con cookies. Aunque luego le mira, con la diversión en los ojos y llevándose la cuchara a la boca.
Se limita a revolverle un poco el cabello, sin apartar la vista de él. Se parecen tanto, en tantas cosas que a veces no puede evitar pensar que una parte de Richard se ha quedado ahí, dentro de ese niño y es la parte que él guarda como tesoro.
- Will... - Susurra de pronto Liam, haciendo a un lado lo que queda de helado que no se comerá, para dejárselo a William y alza una manita apartando la del otro.- ¿Te sientes mal, Will?
- Sólo... recordaba.- Le musita y es demasiado sincero, porque incluso la nostalgia se le cuela en la voz.
Y Liam ya no le dice nada, sentado en su pequeña silla y ofreciéndole el helado que William come, despacio, un poco sumergido en sí mismo, aunque se supone que está cuidando de Liam.
William se da cuenta de que a Richard lo amó, no con la fuerza con la que ama a su esposa, sino con un poco más de suavidad, con mucha más tristeza entremezclada. Y el dolor de su partida, pese a los años, aún perdura como una herida demasiado grande que a veces sangra.
Sale de cavilaciones cuando siente la servilleta de papel contra sus mejillas y lo que ve es a Liam que, arrodillado sobre la silla, se inclina hacia él y con una concentración inusual talla sus mejillas.
- ¿Qué...?
- Estás sucio de helado. Del mío y del tuyo, Will.- Dice, y sigue limpiando, con más cuidado ya, aunque frunce el ceño cuando aparta la servilleta y sigue viendo.- Tienes un rayón ahí.
Y pica en el punto exacto y William no puede evitar reírse, despacio. No porque le causa gracia, sino porque es lo único que puede hacer en tales circunstancias, porque resulta extraña la manera en que el parecido le juega malas pasadas.
- Will...
- En la oficina. Me rayé con un boli en la oficina y la tinta aún no se quita, ¿contento?
Entonces Liam le mira muy fijamente y su mirada no parece la de un niño de ocho años.
- Mamá tiene razón. Eres un niño grande.
Pero se sonríen.