Turmalina. Inmadurez
Aug. 11th, 2011 03:28 pm![[personal profile]](https://www.dreamwidth.org/img/silk/identity/user.png){kind=small}
leitmotivTítulo: Inmadurez
Fandom: Turmalina
Claim: William Odergand, Loren y Yaotzin Makepeace
Inmadurez
A William Odergand le gusta, le fascina y ama molestar a Loren Makepeace. Cada vez que la ve, con su cabellera oscura y lisa cayendo por su espalda, aquellas faldas un poco cortas que dejan ver sus lindas piernas y ese broche de mariposa en su cabello, siente irrefrenables ganas de molestarla. No puede evitarlo, le encanta mirar como se muerde los labios, aprieta los puños y frunce el ceño, formando unas diminutas arrugas en su frente.
Por eso ahora que la ve, durmiendo tranquilamente en la biblioteca, con los brazos cruzados sobre la mesa y el cabello cayéndole en el rostro, quisiera poder hacer algo para despertarla de improviso. Son chiquillos, él no tiene ni los diecisiete años y Loren apenas cumplió dieciséis. Contempla mil y un maneras de cumplir su cometido, tratando de que sea lo más humillante y ruidoso posible. Maldice que Yaotzin no esté ahí, para duplicar el número de opciones y ayudarle a elegir.
Se acerca dispuesto a darle un susto, cuando ella se mueve y descubre un poco de su rostro. Realmente duerme profundo y en su faz se nota el cansancio. Se detiene antes de hacer algo más, observándola simplemente. Ahora su imaginación vuelve a dispararse. Quizá pasó la noche con algún chico. Idea desechada de inmediato, la pura y santa Loren Makepeace no hace esas cosas, claro que no, tiene que ser buen ejemplo. Tal vez solo se la pasó estudiando para algún examen, aunque lo duda, porque Loren casi nunca estudia. Maldita memoria envidiable.
¿Entonces? La morena vuelve a moverse un poco y él se sienta en una silla frente a ella, con los ojos casi carmesí clavados en ella, como si de esa forma pudiese arrancarle la respuesta. Y ahora lo recuerda. Yaotzin le habló por teléfono anoche, así que pudo escucharlo. Gritos y llantos, cosas a las que Yaotzin solo se refirió como ‘otra de las escenitas de la vieja’. Su madre, Aishi Shaanxi. No la ha visto sino una vez y le da miedo la mirada grisácea, tan ausente y muerta, misma que le mira y no le mira, perdida en otro lugar. Quien cuida de ‘la vieja’ es Loren. Quizá por ello esté tan cansada.
Pero quiere molestarla, porque dormida se ve muy diferente, porque dormida incluso se parece un poco a ella. Apacible, tranquila, una expresión extraña en su rostro.
- Kyle...
Alza una ceja interrogante, no esperando el balbuceo de una niñita dormida en aquella biblioteca casi vacía. Suspira con molestia, porque no sabe quién es ese dichoso Kyle y tampoco quiere averiguarlo. Una bola de papel le da en la nuca y al girar descubre la mirada azul brillante de Yaotzin, junto con la sonrisa traviesa.
- Déjala dormir y ven.
Se encoge de hombros, sabe que eso es una orden más que una sugerencia. Pero bien, él la cumple, como ha cumplido todos los caprichos de la niña. Se levanta y mira de nuevo a su futura cuñada – qué sabía él que le deparaba el destino – con esa sonrisa juguetona de cuando ha planeado algo. Porque le gusta imaginarla enfadada y porque sabe que no estará cuando ella despierte, toma con cuidado los cuadernos con tareas a medio hacer y tras escribir una nota rápida en un papelito, lo deja frente a ella.
- Descansa... – Le susurra al oído, mientras le da un suave beso en la mejilla, tan delicado que ella no puede sentirlo. Va hasta Yaotzin, señalando los cuadernos con los que se hace. Yaotzin comprende, siempre lo hace y ríe, justo antes de dejar caer un par de pesados libros que hacen que Loren se despierte de un salto. Odergand y Makepeace corren por los pasillos, riendo un poco como un par de niños.
“¿Quieres tus libros? Encuéntranos”
Reza la nota que encuentra la pelinegra al despertar completamente turbada. Pero no es eso lo que la hace enojar y enrojecer, dejando que sus mejillas tomen ese color granate y sus puños se cierren, levantándose de un salto, arrugando el papel y saliendo con prisas a perseguir al par de mocosos. “¡Odergand! ¡Yaotzin! ¡Los asesinaré!” Resuena tras el paso ruidoso de los pies en el pasillo, al tiempo en que el trozo de hoja se desdobla en el suelo de la biblioteca.
“PD: Te verías sexy cuando duermes, si no babearas”
Estúpido Odergand.
Fandom: Turmalina
Claim: William Odergand, Loren y Yaotzin Makepeace
A William Odergand le gusta, le fascina y ama molestar a Loren Makepeace. Cada vez que la ve, con su cabellera oscura y lisa cayendo por su espalda, aquellas faldas un poco cortas que dejan ver sus lindas piernas y ese broche de mariposa en su cabello, siente irrefrenables ganas de molestarla. No puede evitarlo, le encanta mirar como se muerde los labios, aprieta los puños y frunce el ceño, formando unas diminutas arrugas en su frente.
Por eso ahora que la ve, durmiendo tranquilamente en la biblioteca, con los brazos cruzados sobre la mesa y el cabello cayéndole en el rostro, quisiera poder hacer algo para despertarla de improviso. Son chiquillos, él no tiene ni los diecisiete años y Loren apenas cumplió dieciséis. Contempla mil y un maneras de cumplir su cometido, tratando de que sea lo más humillante y ruidoso posible. Maldice que Yaotzin no esté ahí, para duplicar el número de opciones y ayudarle a elegir.
Se acerca dispuesto a darle un susto, cuando ella se mueve y descubre un poco de su rostro. Realmente duerme profundo y en su faz se nota el cansancio. Se detiene antes de hacer algo más, observándola simplemente. Ahora su imaginación vuelve a dispararse. Quizá pasó la noche con algún chico. Idea desechada de inmediato, la pura y santa Loren Makepeace no hace esas cosas, claro que no, tiene que ser buen ejemplo. Tal vez solo se la pasó estudiando para algún examen, aunque lo duda, porque Loren casi nunca estudia. Maldita memoria envidiable.
¿Entonces? La morena vuelve a moverse un poco y él se sienta en una silla frente a ella, con los ojos casi carmesí clavados en ella, como si de esa forma pudiese arrancarle la respuesta. Y ahora lo recuerda. Yaotzin le habló por teléfono anoche, así que pudo escucharlo. Gritos y llantos, cosas a las que Yaotzin solo se refirió como ‘otra de las escenitas de la vieja’. Su madre, Aishi Shaanxi. No la ha visto sino una vez y le da miedo la mirada grisácea, tan ausente y muerta, misma que le mira y no le mira, perdida en otro lugar. Quien cuida de ‘la vieja’ es Loren. Quizá por ello esté tan cansada.
Pero quiere molestarla, porque dormida se ve muy diferente, porque dormida incluso se parece un poco a ella. Apacible, tranquila, una expresión extraña en su rostro.
- Kyle...
Alza una ceja interrogante, no esperando el balbuceo de una niñita dormida en aquella biblioteca casi vacía. Suspira con molestia, porque no sabe quién es ese dichoso Kyle y tampoco quiere averiguarlo. Una bola de papel le da en la nuca y al girar descubre la mirada azul brillante de Yaotzin, junto con la sonrisa traviesa.
- Déjala dormir y ven.
Se encoge de hombros, sabe que eso es una orden más que una sugerencia. Pero bien, él la cumple, como ha cumplido todos los caprichos de la niña. Se levanta y mira de nuevo a su futura cuñada – qué sabía él que le deparaba el destino – con esa sonrisa juguetona de cuando ha planeado algo. Porque le gusta imaginarla enfadada y porque sabe que no estará cuando ella despierte, toma con cuidado los cuadernos con tareas a medio hacer y tras escribir una nota rápida en un papelito, lo deja frente a ella.
- Descansa... – Le susurra al oído, mientras le da un suave beso en la mejilla, tan delicado que ella no puede sentirlo. Va hasta Yaotzin, señalando los cuadernos con los que se hace. Yaotzin comprende, siempre lo hace y ríe, justo antes de dejar caer un par de pesados libros que hacen que Loren se despierte de un salto. Odergand y Makepeace corren por los pasillos, riendo un poco como un par de niños.
“¿Quieres tus libros? Encuéntranos”
Reza la nota que encuentra la pelinegra al despertar completamente turbada. Pero no es eso lo que la hace enojar y enrojecer, dejando que sus mejillas tomen ese color granate y sus puños se cierren, levantándose de un salto, arrugando el papel y saliendo con prisas a perseguir al par de mocosos. “¡Odergand! ¡Yaotzin! ¡Los asesinaré!” Resuena tras el paso ruidoso de los pies en el pasillo, al tiempo en que el trozo de hoja se desdobla en el suelo de la biblioteca.
“PD: Te verías sexy cuando duermes, si no babearas”
Estúpido Odergand.
