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Dies Irae. Tabla Media. #12
Fandom: Dies Irae
Personaje: Richard Eysenck
Tabla:Tabla media
Tema: #12.- Morado.
Notas: llevaba rato sin escribir, nya. En fin, edades: Richard con 16, Joanna también, William tiene 14.
Lo merece.
Richard observa su propio reflejo en el espejo y palpa con cuidado el golpe que ha quedado marcado en sus pómulos, una marca violácea que a momentos se vuelve más negruzca, el golpe sobre su ojo que no se atreve a tocar porque le duele más de lo que debería. Y aunque no lo haga, siente deseos de sonreír, de soltar la carcajada limpia, de romper el espejo y caer de rodillas al suelo, deleitarse con los fragmentos de cristal que queden en el suelo y escupir sangre sobre la alfombra.
Pero permanece con la vista fija en el espejo, observando ya no su reflejo, sino el par de figuras sobre la cama detrás de él. Un sollozo ahogado llega a sus oídos.
- Era necesario.- Musita, rostro de cera que no cambia su expresión, firmeza aprendida de su progenitor. Alza un poco más la voz.- Era necesario. No había otra salida.
Tras él, William le dirige una mirada de odio profundo, durante pocos segundos, volviendo el rostro y enterrando sus labios entre el cabello rubio de Joanna que, sentada en la orilla de la cama, se derrumba y se deshace lentamente, consumida por aquel dolor que va más allá de lo físico. Richard sabe que él lo causó.
- No podíamos hacer otra cosa, Joanna.- Replica y ella parece asentir, sin querer escapar del refugio construido por los brazos de William que acaricia sus cabellos, que susurra frases cortas a su oído, que parece querer llorar junto con ella.
Richard repentinamente siente celos, mas no sabe de quién de los dos. Puede que sea de ambos.
Tomando un papel, limpia la sangre de su labio partido y en silencio agradece los golpes propinados por Odergand al enterarse de todo lo sucedido. Agradece el castigo, aunque sabe que no es suficiente. Porque el morado que ha quedado en su piel se borrará lentamente. Pero, la herida de Joanna, ¿algún día desaparecerá?
- No podíamos.- Reclama, frunciendo el ceño, fingiendo molestia por los sollozos que no paran.- No podíamos tener ese bebé, ¡entiéndelo!
Puede que fuese cierto.
También, puede que no.
Personaje: Richard Eysenck
Tabla:Tabla media
Tema: #12.- Morado.
Notas: llevaba rato sin escribir, nya. En fin, edades: Richard con 16, Joanna también, William tiene 14.
Lo merece.
Richard observa su propio reflejo en el espejo y palpa con cuidado el golpe que ha quedado marcado en sus pómulos, una marca violácea que a momentos se vuelve más negruzca, el golpe sobre su ojo que no se atreve a tocar porque le duele más de lo que debería. Y aunque no lo haga, siente deseos de sonreír, de soltar la carcajada limpia, de romper el espejo y caer de rodillas al suelo, deleitarse con los fragmentos de cristal que queden en el suelo y escupir sangre sobre la alfombra.
Pero permanece con la vista fija en el espejo, observando ya no su reflejo, sino el par de figuras sobre la cama detrás de él. Un sollozo ahogado llega a sus oídos.
- Era necesario.- Musita, rostro de cera que no cambia su expresión, firmeza aprendida de su progenitor. Alza un poco más la voz.- Era necesario. No había otra salida.
Tras él, William le dirige una mirada de odio profundo, durante pocos segundos, volviendo el rostro y enterrando sus labios entre el cabello rubio de Joanna que, sentada en la orilla de la cama, se derrumba y se deshace lentamente, consumida por aquel dolor que va más allá de lo físico. Richard sabe que él lo causó.
- No podíamos hacer otra cosa, Joanna.- Replica y ella parece asentir, sin querer escapar del refugio construido por los brazos de William que acaricia sus cabellos, que susurra frases cortas a su oído, que parece querer llorar junto con ella.
Richard repentinamente siente celos, mas no sabe de quién de los dos. Puede que sea de ambos.
Tomando un papel, limpia la sangre de su labio partido y en silencio agradece los golpes propinados por Odergand al enterarse de todo lo sucedido. Agradece el castigo, aunque sabe que no es suficiente. Porque el morado que ha quedado en su piel se borrará lentamente. Pero, la herida de Joanna, ¿algún día desaparecerá?
- No podíamos.- Reclama, frunciendo el ceño, fingiendo molestia por los sollozos que no paran.- No podíamos tener ese bebé, ¡entiéndelo!
Puede que fuese cierto.
También, puede que no.