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Fandom: Castillo de sueños
Personaje: Kyle/Yume
Tabla: Preguntas básicas
Tema: #1.- ¿Qué?
Notas: Todas estas viñetas se llevan a cabo en un periodo de aproximadamente tres meses. Kyle se hace llamar Mikel y tiene 15, casi 16 años. Yume tiene 14 y medio.

La verdad es que eso es bastante nuevo para él. No eso de ir acostándose por ahí con cualquiera que se lo pida, porque él es como una puta barata y tampoco es que le moleste mucho, para él es sólo recreación. Pero es que eso de acostarse con mujeres le está resultando algo nuevo. Porque, de acuerdo, le ha metido mano a su hermana melliza, pero hasta ahí, lo normal, toquetearle los senos y meter la mano bajo la falda. Sólo para molestar.

Pero realmente acostarse con una mujer, follar en toda regla, sí, es muy nuevo. Antes de esa mocosa sólo se había acostado con dos chicas más, una estúpida pija de ojos caoba que había conocido mientras era Kyle Irrasce y con esa mujer cuando era Sammael Calmet, así que experiencia mucha no tiene. Pero la mecánica es la misma, incluso un poco más fácil porque, vaya cosas, las mujeres sí que lubrican. En fin.

Es nuevo pero no es malo, eso se lo indica el rostro de la chiquilla en su cama, una cierta tranquilidad y esa sonrisa pequeñita que no desaparece ni siquiera cuando él le dice que se largue. No piensa compartir la cama, no para dormir. Y sin embargo, Yume hace caso omiso, comenzando a acurrucarse entre las sábanas, acomodando la almohada y girándose para verlo.

- Dije que te fueras – No suena irritado, pero es firme. Y ni aún así la rubia parece haberle escuchado, acomodándose el cabello empapado, frunciendo el ceño bastante metida en sus propios pensamientos.

- Es una lástima que no tengamos ducha en la habitación, ¿no? – Comienza a hablar, en pequeños susurros, al tiempo en que estira un brazo y le jala, haciéndolo acostarse en la cama. Kyle gruñe, pero no se opone.

- Si quieres bañarte, el baño está al final del pasillo. Anda, ve y de paso te vuelves a tu habitación. – Sólo quiere llevarla lejos de ahí, porque le incomoda. Le incomoda su presencia, tan poco acorde a sus gustos generales, y tan incongruente con el ambiente del lugar, de la misión en sí, de lo que es él. Yume es como un pequeño filo de luz en la oscuridad, pero a Kyle le desagrada esa luz.

- Qué cruel eres, Mik – Hace un puchero infantil. Catorce años y hace pucheros todavía, hay que ver. De acuerdo, si no puede alejarla, pues bien, la ignorará.

- Lo que digas. Duérmete. – Y Yume parece saber que ha ganado porque la sonrisa, puede verla Kyle, es mucho más amplia que antes y ella se acerca más, acomodando la cabeza sobre su pecho. Por inercia, él pasa la mano por su cintura y la mantiene cerca. No está acostumbrado tampoco a eso de quedarse con la persona después del polvo. Nada acostumbrado y no sabe decir con certeza si le agrada o le desagrada.

- Buenas noches. – Aunque un poco cansado, el tono es casi cantarín y él mejor no responde, dejándola dormirse y subiendo la mano en la cintura por la espalda blanca y fina –sin cicatrices, diferente a la de él- hasta acariciar el largo cabello rubio.

Inhala profundo, dando un último vistazo a la mocosa esa que ya está dormida y respira pausadamente, con un tiemble en los párpados que indica su profundo sueño y oculta sus ojos brillantemente verdes y alegres. Ya ni siquiera la odia.

Es nuevo en todo eso de acostarse con mujeres, en eso de quedarse con ellas hasta el amanecer y ser –hipócritamente- cariñoso. Por eso no sabe bien si lo que está sintiendo es lo que debe sentir, si esa sensación que nace en la boca de su estómago y se expande cálidamente por su pecho, dolorosamente por sus miembros y le produce aquel cosquilleo en la punta de los dedos, es normal. Ni siquiera sabe bien qué es.

Un dolor de estómago o quizá está enfermo, sí, algo así debe ser.

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Personaje: Kyle/Yume
Tabla: Preguntas básicas
Tema: #2.- ¿Cuándo?

Yume es una chica cualquiera –desagradable, incluso- que no llama mucho la atención, pese a ser bonita. Tiene el cabello rubio y largo, poco ondulado y los ojos verdes muy brillantes, casi alegres. Su rostro de niña sonríe mucho –demasiado- con esos labios rosáceos que son casi pálidos. Delgada, pequeña, de apariencia frágil. Algo que, sin lugar a dudas, Kyle detesta.

Si la compara con otras mujeres, con las pocas que ha querido, Yume no es sino una basura, ahí, en el escalón más bajo, lejos de lo que es su ideal. El carácter demasiado blando, una sombra muy pálida de lo que podría ser un carácter agradable como el de Mirna, fuerte y severo, alegre pero inflexible, necia hasta la médula y lo suficiente firme para hacerle a él, al hijo de puta de Kyle Odergand, obedecer una orden sin chistar.

Incluso, la primera vez que la vio, en el primer encuentro, cuando esa niñita le dio el recorrido de regla por el orfanato y le llevó hasta el salón de música, mostrándole lo que Izumi le había enseñado a tocar en violín, no pudo menos que odiarla. Muy profundamente, medio ocultándolo, hipócritamente halagándola cuando hubiese preferido dejarla sola y largarse, irritado ante su sola presencia.

Y es que Yume es tan… dulce que le asquea. Es tan buena que le molesta, tan amable que inclusive le lastima y es justamente el tipo de persona que él prefiere destrozar.

Poco a poco, así, desea tomarla de los cabellos y jalarlos, hacerla chillar y escucharla pedir disculpas por algo que no ha hecho, ignorar sus palabras y apretarla contra la pared, arrinconándola contra su cuerpo y deslizar el filo de la navaja contra su mejilla, su cuello, bajar poco a poco y destrozar sus vestidos, dejándole desnuda, simplemente para humillarla. Quizá lamer sus lágrimas, morder en su cuello y dejar marcas violáceas en la piel alabastro. Y terminar de destrozarla, hasta dejarla en el suelo, como una muñeca rota de miembros caídos y dislocados.

Porque Yume es justamente lo que él más odia y pretende despedazar.

Y sin embargo, no entiende en qué momento, cuándo, el sentimiento ha cambiado de manera tan radical, haciéndole sentir de esa manera, inundándole de esa pizca de paz que sólo siente cuando la rodea con sus brazos, como en ese momento, aspirando el perfume de cabello y correspondiendo a una sonrisa que no ve, que sólo siente y que se encarga de desaparecer cuando la besa, despacio y casi cuidadoso.

Como si temiese romperla. Como si no deseara dañarla. Como si casi –casi- la amara.

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Tema: #3.- ¿Dónde?

Dolía.

Abrió los ojos, observando el techo de textura rugosa y pudo notar un poco de polvo cayendo en sus ojos, obligándole a cerrarlos. Respirar dolía. Cuando volvió a abrirlos buscó la fuente de luz, sin moverse, encontrando aquella lámpara de petróleo a algunos metros de él, una llama fuerte que fluctuaba de vez en cuando. La cabeza también dolía. Trató de moverse, de girarse sobre su costado, de observar algo más que ese techo sucio y la luz de la lámpara. También el cuerpo entero dolía. Olió sangre, el olor inconfundible un poco dulce, más que nada empalagoso, le revolvió el estómago y cuando tragó saliva el sabor férrico se pegó a su paladar.

Trató de recordar. Cerró los ojos, ahogando el gemido de dolor al tratar de levantarse, sintiendo el temblor en las piernas, el escalofrío en la nuca, la herida recientemente abierta en su espalda. Podía sentirla, palpitando, manchando su camisa oscura de sangre sucia. Reabierta. Había sido él.

Él.

Pudo recordarlo, susurrando contra su oído, palabras sucias y vulgares, mientras le acariciaba, con falso cariño. Una caricia suave con la yema de los dedos seguida de un rasguño profundo, un beso delicado seguido de una mordida dolorosa, un juego desequilibrado de dolor, de placer. La voluntad hecha pedazos.

Se llevó la mano en la cabeza, pegando la espalda, pese al dolor, contra una de las paredes de roca informe, sosteniéndose de las salientes en el mismo muro. Iban a escapar, eso estaba haciendo antes de… Iban a escapar, estaban huyendo. La recordó.

Yume.

Ella estaba ahí. Cuando Izumi los atrapó, mientras huían por los pasillos del orfanato, dejando atrás el cadáver de Saya, Yume estaba con él cuando les atrapó. Ella vio cuando ese hombre les apuntó con el arma, cuando el primer golpe llegó. Ella se apartó. ¿Se apartó? No, no escapó, Yume no escapó. No se fue.

¿Dónde?

- … Yume… - Le quemó la garganta, su propia voz, le desgarró los pulmones el esfuerzo. ¿Dónde estaba, dónde? Con pasos pesados, lentos e inseguro, recorrió la pared, llegó a una esquina, siguió en el nuevo muro, encontró la puerta, giró el pomo. No se abrió. ¿Dónde se la había llevado? ¿Y si tal vez…? - ¡Yume!

Izumi la mataría. Izumi, él la lastimaría. Sin creer en un dios, deseó poder rezar, deseó poder creer, poder confiar. ¿Dónde se la había llevado ese hijo de puta? Tenía que salvarla, tenía que llevársela. ¡Lo había prometido! Tenía que sacarla de ese lugar. Iban a huir juntos. Él… él iba a dejarlo todo, iba a vivir con ella, iban a ser felices. Y ahora…

¿Estaba todo perdido?

- ¡Yume!



- Yume… - El susurro cercano la hizo levantar la vista, apartando la mano de la puerta de madera vieja, apartando su mente de los gritos del interior, buscándola, llamándola con desesperación. Lo siento tanto.

- ¿Sí, señor Izumi?

- Ven. Es tarde, tienes que descansar, princesa. No te preocupes por el muñequito, aún no está tan roto. Aún.- La pequeña risa la hizo estremecer y sin desearlo, correspondió a la sonrisa naciente, con una igual, dejándose llevar por el suave roce sobre sus mejillas.

Porque Youji Izumi es su dueño y señor, su protector y amante y obedecerá cada orden que reciba de sus labios.

Pero aún así, le cuesta y no poco, olvidar los gritos que la llaman toda la noche, entre sueños.

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Personaje: Kyle/Yume
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Tema: #4.- ¿Por qué?

Nunca había podido explicar muy bien sus acciones.

Ella era así, actuando de manera espontánea, sin pensar u obedeciendo órdenes sin cuestionar en ningún momento la verdadera finalidad. Porque había nacido de ella el dar la bienvenida a aquel chico de mirada fría y rostro de cera que había llegado hacía un par de meses, pero había sido orden de Izumi el vigilarle. Había sido impulso suyo el echarle los brazos al cuello de vez en cuando y sonreírle sinceramente, pero había sido idea de Izumi el comenzar a usarse. Aunque, estaba segura, que sin importar si Izumi lo hubiese ordenado o no, habría caído.

Nunca había sabido contestar las preguntas.

Cuando Mikel –Kyle, se llama Kyle, ¿por qué le cuesta tanto aprenderse el nombre?- la miraba, frunciendo el ceño y visiblemente molesto y le preguntaba aquel “¿Por qué no me dejas en paz?” ella no sabía qué responderle. Tampoco sabía qué decir cuando, más adelante, él murmuraba contra su cuello mientras besaba, ese suave “¿Por qué haces esto?” que ella no podía contestar sinceramente. No porque tuviera que decir que se lo habían ordenado –acuéstate con él- sino porque no estaba del todo segura de que realmente fuese esa la razón. A Kyle, nunca había sabido responderle con la verdad y la respuesta era siempre la misma, un sonoro o silencioso "no lo sé".

Pero sabe que esa respuesta no puede darla ahora. No puede simplemente susurrar ‘no lo sé’ con la fuerza que le queda, desperdiciar lo que quizá –seguramente- son sus último momentos en respuestas estúpidas. Tampoco sabe bien que está preguntando Kyle.

¿Por qué? ¿Se refería a por qué lo había traicionado el día anterior, contándole a Izumi todo e indicándole la ruta de salida para que les atraparan? ¿Se refería a por qué, pese a haber dicho que le amaba, había dejado que ese hombre lo golpeara, que lo violara frente a sus ojos sin atreverse a intervenir? Por estúpida, tal vez, por cobarde, por masoquista, por haber estado en un error imperdonable.

¿O se refería a por qué lo había ayudado a escapar ahora? ¿Por qué había traicionado a su dueño y había ido a rescatarle, pese a que ella sabía bien que él, que su Mikel, la odiaría, que la detestaría, que probablemente la mataría, porque estaba hecho para eso, para tomar venganza sin pensarlo? No lo sabe. A veces actúa espontáneamente, en contra de toda lógica. Esa fue una de esas ocasiones.

¿O, probablemente se refiera a por qué ha hecho lo que ha hecho, soltándose de las manos de Izumi, interponiéndose entre ambos y usándose de escudo? Tal vez porque creía, realmente quería creer, que Youji Izumi no dispararía, que no querría lastimarla. Pero lo hizo. En el fondo, sabía que lo haría. Y, sabiéndolo, ¿por qué lo hizo?

Y ahora el chico roza con la punta de los dedos su mejilla, cariñoso, asustado y aquello que la moja es una mezcla de sangre y lágrimas que la hace, en cierta forma retorcida, un poco feliz. Es su sangre que emana de sus labios, es la de Kyle que cae desde la herida abierta en su hombro, es la de Izumi que mancha las ropas de ambos.

Kyle pregunta por qué.

Porque tenía que hacerlo. Porque nunca pienso antes de actuar. Porque no quería perderte. Porque necesitaba redimirme. Porque quería protegerte. Porque te amo.

- Perdóname… - Le cuesta respirar y demasiado, le duele el moverse y el hablar la cansa, pero tiene que decirlo. No sobrevivirá, está segura y allá, a lo lejos, cree escuchar el murmullo de gente que se acerca, de nuevos enemigos y aunque quiere apresurarlo como lo haría siempre (“Huye de una vez, no seas tonto, argh, ¿por qué siempre eres así?” ) no puede hacerlo. Quiere una cosa, antes de morir. – Perdóname, Mikel…

- Kyle. Mi nombre es Kyle.

Oh, cierto. Estúpido nombre que nunca puede –pudo- recordar.

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Tema: #5.- ¿Cómo?


- Hey, joven Mikel.

Kyle voltea. No se llama Mikel, pero ella cree que sí.

- ¿Qué sucede, Yume?

La rubia se detiene a pocos pasos de él, la mirada verdosa brillante, el cabello ensortijado de ese dorado sucio cayendo en cascada. No se llama Yume, pero nadie, ni ella misma, sabe como se llama.

- ¿Tiene tiempo libre? Nicholas pregunta si vamos a poder darle el “concierto” el día de hoy.

Kyle no tiene tiempo libre. No tiene nada de eso. Está trabajando, está investigando, está recorriendo el orfanato en busca de la evidencia pedida y en busca del culpable directo. Está en tiempo de trabajo y espera la orden que le permitirá tomar el revolver y descargarlo en alguien. Con suerte, serán más de tres personas. Si tiene más suerte, habrá sospechosos y podrá jugar con ellos. Divertirse. Pero ahora no tiene tiempo libre.

- Estoy ocupado.

Yume frunce el ceño, un poco molesta, apresurándose a tomarle del brazo y sonreír, dulce, amable, mirándole como deben mirar los ángeles cuando piden favores, si es que lo hacen. Kyle trata de ignorarla.

- Te dije que estoy ocupado, linda.

En otras circunstancias, si estuvieran fuera, la hubiera golpeado sin miramientos. No habría dejado que le tocara y ahora mismo esa mocosa rubia sería un cuerpo enfriándose en el pavimento. Y sus hermanos le regañarían por matar, de nuevo, a gente inocente, pero una mierda, ella tiene la culpa por tocarle.

- No es por mi, joven Mikel, es por Nicholas. Sabe lo mucho que Nicholas lleva insistiendo.

¡Es una manipuladora! Usar a Nicholas, qué truco más bajo. Es el tipo de persona que odiaría. Que odia, realmente, aunque él también lo sea. Nunca ha dicho que no se odie a sí mismo.

- Yume…

- ¿Por favor?

Suelta un gruñido molesto, quiere matarla, destrozarla, destruirla y demás cosas que tengan que ver con el uso de armas de fuego y arma blanca, de preferencia arma blanca. Pero termina rindiéndose, bajando al fin la vista para verla, porque es más bajita, más pequeña, pese a ser menor sólo año y medio.

- Escúchame, Yume, te he dicho que estoy ocupado y si no quieres entender eso entonces voy a tener que… - Y mierda, se le corta la voz, porque ahí está, lo que no quería ver. Ojos verdes y brillantes, buscando ese sí con casi desesperación y de pronto el agarre en su brazo se hace menos molesto, incluso parece agradable y esas ganas de destrozarla desaparecen poco a poco.

- Va a tener que… - Cuando la pausa se vuelve demasiado larga, ella habla, con la sonrisa pequeñita y amable, como el de una sirvienta sumisa, pero a la vez como el de una niñita pícara, sonrisa contradictoria, expresión incongruente con aquello que a Kyle le hace sentir.

- … Tendré que ordenarte que vayas por mi violín – Y ahí está. A Kyle casi le da un vuelco el corazón cuando la estúpida esa sonríe, ilusionada y feliz, demasiado expresiva, demasiado inocente y normal. Viva, tan viva…

- A la orden, señor, ¿se lo llevo al aula de música? – Todo lo que recibe ella es un escueto ‘sí y un ademán que le indica marcharse.

Se supone que está trabajando. Se supone que él no debe quererla. Se trata de un asunto impersonal, es todo mentira y, mientras la ve desaparecer y doblar por uno de los pasillos, piensa en que si ella está implicada tendrá que matarla. Sabe que podrá hacerlo. Sabe que apretará el gatillo contra su nuca si es necesario, sin duda alguna.

Pero se arrepentirá.

No suelta ruido alguno cuando siente el dolor entero recorriéndole por la columna naciendo desde su puño cerrado que tiembla un poco por aquel golpe que acaba de dar a la pared. Al menos el dolor siempre es consuelo. Y suspira, profundo, pegando la frente al frío del muro, cerrando los ojos. La detesta, la odia tanto.

¿Cómo una mocosa estúpida y simple puede hacerle sentir de esa manera? ¡Imperdonable! Se lo repite mil veces, que no es ese tal Mikel, que ni siquiera es Kyle Odergand, que se ha convertido en Byaness y eso de querer esta prohibido. No debería poder. Él, que no tiene corazón…

- ¿Se encuentra bien? – De nuevo la maldita voz a sus espaldas y la mano subiendo hasta su hombro. No quiere verla, el tinte preocupado en la mirada de esa niña, ni quiere recibir esa amabilidad que le regala sin miramientos.

- ¿No te dije que lo llevaras al aula de música?

- Sí, pero… - Le regala una mirada fría e irritada y la chica retrocede, aún manteniendo la sonrisa.

- Ya entendí, me voy, me voy… - Y mientras se marcha Kyle cree escucharla musitas un “qué mal genio”. No puede evitar sonreír, con una mano acariciando el puño herido, comenzando a andar el camino al aula de música a paso lento. ¿Cómo es posible que ella le…?