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[personal profile] leitmotiv
Fandom: Soledades
Claim: Richard Eysenck
Tabla: Líquidos
Prompt: 01.- Sangre
Advertencias: Err, muerte de personaje~

Era obvio que así terminaría. Lo sabe, siempre lo supo, que su destino estaba marcado desde el principio, que las curvas en su camino formaban sólo círculos que llevaban al mismo punto, que su vida no era sino una caída en espiral y que ahora encuentra su fin inminente. No hay nada que pudiese haberle salvado.

Richard siente el frío del suelo de baldosas y la pared helada contra su espalda desnuda. Entrecierra los ojos, observando los finos hilos de rojo que escurren bajando por su mano izquierda. Trata de moverla, sin lograrlo, trata con fuerza de mover sus dedos, de lograr hacer que reaccionen. Por más que lo intenta, no logra cerrar la mano en torno al bisturí y sabe que con la izquierda le será imposible hacer lo que desea.

Sonríe levemente, echando la cabeza hacia atrás, dejando que su nuca choque contra la pared produciéndole un leve dolor que no le importa mucho. Contiene la risa, porque se da cuenta que hasta para eso ha tenido mala suerte y su torpeza le ha jugado una mala pasada en su momento. Un tenue escalofrío recorre su columna. No le queda mucho más, lo sabe, sólo algunos minutos de agonía antes de que llegue el final inminente y pueda descansar.

Baja la vista, observa el pequeño charquillo de sangre que se ha formado en el suelo y estirando el brazo, empapa un par de dedos en con ella, llevándolos despacio a dibujar en la pared, sólo unas cuantas líneas, las que alcanza a hacer, antes de que pierda también fuerzas y la deje caer a su costado.

- Qué desastre.- La voz suena enfadada, aunque es un enfado demasiado débil, apenas clasificable como tal. – Es tan sucio…

Richard no le responde. Permanece ahí, con la vista fija en el charquillo que se extiende hasta comenzar a mojar sus ropas.

No piensa que exista diferencia entre su vida entera y aquel momento en que termina. Igual al principio, igual al final. Y siempre ella, ella ahí, vigilando, juzgando, siendo más que él. Ruth siempre ha estado y estará, como presencia constante, eclipsando hasta su propia muerte.

La pequeña risa inunda la habitación y Ruth, desde el sofá, alza una ceja, ligeramente intrigada ante la acción de su hermano.

- Sé por qué.- Comienza Richard, sin dignarse a mirarla, escupiendo las palabras contra el suelo y apretando el puño izquierdo, aquel que aún le responde, el del brazo que no ha podido cortar y del cual no se desangra.- Por qué no me ayudas, Ruth.

- ¿Por qué? – Y su voz es tan suave y dulce, tan cálida y amable que Richard siente asco de tener la misma sangre que aquella bestia disfraza de ángel.

- Lo estás deseando, ¿cierto? – Pregunta retórica, alza la vista y hace pausa, sólo para tomar aire y continuar, ahora que sus sentidos van agarrotándose.- Sólo esperabas a que sucediera. Cuando sea tarde, llamarás a la ambulancia, a papá, a mamá, a todos.

La sonrisa de Ruth a Richard se le antoja demasiado parecida a la de un felino y él mismo corresponde. Sangre corrupta, criatura de alma putrefacta, que es peor que él, que es peor que todos.

- ¡Pobre mujer! – Continúa, alza la voz, la apaga después.-, eso dirán todos. Y te compadecerán. Porque viste algo horrible. Porque trataste de salvar a tu hermanito, a aquel que tan malo había sido y no lo lograste.

Se ríe, nuevamente y baja la vista, cierra los ojos. No hay respuesta de parte de su hermana, pero sabe que ha acertado. Puede verla en su mente, recrearla, imaginarla aún sentada en el sofá, inclinándose un poco al frente y sonreír, con la mirada brillante y la sonrisa perfecta, esperando con paciencia infinita la llegada del final, para robarle incluso eso.

- Me lo has quitado todo…

Por momentos cree percibir los latidos demasiado lentos de su corazón y se va enfriando, comienza marearse y se fuerza a cerrar los ojos para detener el vértigo.

- Todo…

Gota a gota. Puede verla sonreír, puede sentir sus dedos acariciando su mejilla, sus labios sobre la frente.

- No soy yo quien te lo quita.- La escucha y ya casi no.- Fuiste tú quien nunca tuvo algo.