![[personal profile]](https://www.dreamwidth.org/img/silk/identity/user.png)
Fandom: Fix
Claim: General
Tabla: Inspirada en canciones
Prompt: 05.-The dark woods circus
Notas/Advertencias:Cosa sencillita, Umi-céntrico y err, nada más. Umi es una maldita manipuladora, ahora que me doy cuenta e.eu y William demasiado manipulable.
Fruta putrefacta
Para disolver mis ojos
Mi piel es la llaga
Sobre mis ojos reflectados
Umi recuerda que alguna vez quisieron arrastrarla dentro de la trampa, hacerla caer de la misma forma en la que hicieron caer a su hermano en aquellos tiempos. Recuerda, aún con leve asombro, el comportamiento dentro de aquella oficina en casa de Alexander y recuerda sus propias impresiones a medida que veía avanzar las cosas y sentía el tirar de la soga en su cuello, tratando de arrojarla al vórtice.
Había sido curiosidad, porque William –su William, su hermano y más que eso- pasaba demasiado tiempo en aquel lugar, porque un velo extraño había caído sobre sus ojos y ahora la sonrisa de buenos días parecía mancillada por algo más.
Es todo un teatro, una farsa, una actuación que ella no se cree porque conoce demasiado bien a todos los presentes.
Recuerda la mano de Allan sujetando la suya, dirigiéndole con aquella sonrisa al interior de la sala de juntas. Umi, con la otra mano, sujetaba la de su hermano, renuente a soltarla, queriendo sentirla un poco más, pero obligándose a dejarle cuando cruzaron la puerta de la sala y vio ante sí ya a parte de la familia reunida. La figura imponente de Alexander se alzaba por encima de las demás, figura central, jefe absoluto y Umi bajó la vista tras haberle visto demasiado tiempo.
Emilie y Philiph, al lado de Alexander, permanecían como figuras inmóviles. No pudo descifrar la mirada que tía Emilie le lanzó, un poco compasión, algo parecido a la lástima y sin embargo, había algo más ahí, sentimiento indescriptible. Culpabilidad, sabría después, porque Emilie llevaba a cuestas una carga demasiado pesada por un crimen que nunca le sería perdonado. Y aunque se sintió desprotegida al momento en que su hermano soltase su mano en aquel momento, la mirada suave de Rhett, sentado cerca, logró reconfortarla.
Aún ahora se pregunta cómo sucedió y cómo fue posible que alguien como Rhett cayese en aquel agujero y se ensuciara de aquel fango asqueroso que era la familia Odergand y sus negocios sucios. Cómo su pureza fue mancillada y su alma corrompida a grados inconcebibles, su espíritu deformado y su vida convertida en una mentira.
Sentada en un sofá en una de las esquinas de la habitación, se dedicó a observar, sin hacer ruido siquiera por temor a interrumpir la reunión que, en cuanto Henry y su padre llegaron, dio comienzo.
- Sobre el asunto de Perkin… - Philiph habló, girando el rostro para verla, como si desconfiase de su presencia en ese lugar y no creyese conveniente que ella conociera de aquellos asuntos.
- Está bien, no representa peligro.- William se adelantó a cualquier respuesta, con voz firme y segura, sin despegar la vista de algunos papeles que pasó prontamente a Allan, para su verificación. Umi no había sabido hasta ese momento que su hermano poseía rasgos tan duros ni que su voz podría sonar tan fría y vacía como entonces.
- Perkin será eliminado en el transcurso de la semana.- La sonrisa de Henry fue igual que todas, amable y atenta, idéntica a la de las reuniones familiares, a la que regalaba a muchos otros. Y aún así, Umi no tardó en comprender a lo que se refería.- Aunque, la esposa y el hijo… creo que lo más conveniente sería eliminarlos también.
Un asentimiento de parte de Alexander dio la respuesta definitiva. Umi se sobrecogió, observando la inmutabilidad de los miembros ante la decisión tomada. La mirada de William se lo dijo al cruzarse con la propia, que era inútil intentar cambiar las cosas y que él nada podía hacer, por nadie. Atrapado como estaba, no podía hacer nada.
(Tiempo, mucho tiempo después, William le confesaría que su deseo era salvar a Rhett de aquellas redes. Se lo diría entre lágrimas, besando sus cabellos y se disculparía por involucrarla a ella también. Pediría su consejo y ella, apelando a la moral en turno, sujetándose a la retorcida concepción de las cosas de su hermano, le convencería de que la muerte era la única, la mejor salida, para alguien como Rhett. Sería mentira, pero funcionaría para aplacar su ira y sanar su alma.)
De Allan, podría haber jurado que lo disfrutaba. La reunión y lo dicho, las resoluciones a las que llegaban, las órdenes que Alexander soltaba y que a veces parecían hechas sólo para que Allan se sintiera bien y William cada vez más oprimido.
Se arrepintió. Se arrepintió de ver aquel mundo y de sumergirse en él, aunque fuese sólo por un momento, aunque no llegase a ahogarse. Y aún se arrepiente. Porque el odio visceral hacia su propia sangre crece con el tiempo, porque sabe lo que sucede tras esas puertas, lo que nadie ve, lo que nadie más conoce y juzga. Porque ella ha visto la verdad tras el circo maltrecho de la familia y ha descubierto que lo odia.
(Se decidirá a destrozar el mundo de mentiras, se propondrá acabar con la función estúpida y detestable que observó repetirse cientos de veces, con los mismos resultados, ciclando eternamente.)
Umi recuerda el momento en que cayó dentro de las redes oscuras de su familia. Pero recuerda, también, que al instante se prometió deshacerse de las cadenas y purificar aquel escenario de vida.
Sin importar las consecuencias.
Fandom: Fix
Claim: General
Tabla: Inspirada en canciones
Prompt: 10.-World is mine
Notas/Advertencias:Supongo que ya era hora de algo como esto. En fin, ninguna advertencia, nya.
Quisiera un príncipe que montara en un blanco corcel
Y me lleve con él
¿Lo has captado ya?
Arrodíllate y dime que para ti otra princesa no habrá.
No es para nada lo que William dice. Nada. ¿Ella egoísta? Imposible. Aura se reacomoda el cabello, parada frente al escaparate de una de las tiendas del centro de la ciudad, cuidadosa de acomodarlo como se debe, insegura de haber elegido la ropa correcta. Frunce el ceño unos momentos. Vale, es cierto que chantajeó al pobre de su primo Paul para que la llevase de compras, luego de que William se negara por millonésima vez. También es cierto que le hizo romper compromisos pero… ¡pero ella es importante! ¿no? ¡Por supuesto!
Se sonríe. Está claro que lo es.
Suspira, observando la gente que anda por las calles, sin fijarse en nadie en particular, sólo esperando. Y se hace tarde, aunque no mucho, pero se enfada porque él debería estar ahí a tiempo, justo la hora, ¡acaso no tiene sentido de la puntualidad? En realidad, ella espera muchas cosas. Espera que Paul note el esmero que ha puesto en arreglarse, cuando por lo general suele sólo cepillarse el cabello, ponerse algo de polvo y rubor y salir al río de gente que la arrastra como una corriente. Espera… oh, sí, realmente espera…
Pero la espera está tardando demasiado.
Frunce el ceño, se lleva una mano al estómago, recordando la falta de alimento y mira a su alrededor, con la pequeña sonrisa regresando a sus labios, porque acaba de advertir que William no está por ahí, no le dirá “cómete estas verduras” ni “más dulces no”. Pero claro, si ella fuese Umi y quisiera atiborrarse de chocolates, William lo permitiría.
Aura sabe que la preferencia es clara. Y en cierta forma, excesiva. Se pregunta por un momento si acaso hay algo más que fraternidad en esa relación. Oh, no, ya empieza a imaginar cosas de nuevo…
- Aura… - La voz y la mano que se posa en su hombro la hace pegar un brinco que trata de disimular, pero que en cierta forma le resulta agradable porque, hey, Paul está sonriendo y eso ya es ganancia, porque Paul tiene sonrisa bonita, de dientes muy blancos, labios finos y toda la pureza del tío Rhett.
- ¿Quién te crees que soy como para hacerme esperar? – Impreca, con falsa, o no tan falsa, indignación, llevándose las manos a las caderas para luego, en un gesto demasiado dramático, llevarse una mano al cabello y acomodarlo de la parte baja. – Nunca hay que dejar esperar a una chica.
- Pero eres mi prima…
- ¿Y eso qué? ¿Acaso no soy una chica? – Y hay algo en la sonrisa de disculpa de Paul que a Aura le duele, porque sabe que es verdad, porque ese tonto jamás la considerará como una chica más, viéndola siempre como “su pequeña prima”. Estúpidas relaciones de sangre.
Pero como dice el dicho, “a la prima se le arrima…”
- No importa.- Continua, tomándole del brazo, cual niña pequeña, pese a que va completamente contra su costumbre y el único brazo que su costado reconoce es el de su hermano mayor y pocas veces, el de su hermano pequeño. – Vamos, tengo muchos planes.
No espera a que responda y le arrastra a través de las tiendas y escaparates, sin muchos comentarios, de vez en cuando buscando una opinión. Pero, realmente a ella tampoco le agradan mucho las compras. Menos cuando Paul parece saber más que ella de marcas, bolsos y zapatos. Consecuencia de tener una madre como Delilah, supone. Bueno, eso es mejor que ser un machista idiota como Allan o un … lo que sea que sea Charles. Y buen, William mejor ni decirlo.
Algo debe de andar mal con el cromosoma “y” en la familia, porque esos hombres...
Vale, mientras ella no procree varones, todo irá bien.
** *
En algún momento llegan al restaurant de comida rápida y lo primero que ella pide es helado. Helado y una especie de pastelillos bastante dulces. Y espera que el quede espacio para unas galletas que acaba de ver que venden en el establecimiento del frente. Desde su asiento ve a Paul acercarse cargando con las –no tan pequeñas- compras que han hecho y aún encima las cosas que ella le ha pedido. Por un momento se apiada. Momento efímero, pequeñitito y luego se le olvida.
- El otro día…- Comienza ella a hablar, llevándose el helado a la boca, haciendo pausa para comerlo.- hablaba con Lina sobre… cosas de chicas.
- De chicas. – Susurra Paul, sólo viéndola, tratando de poner atención, sin saber por qué Aura le habla de ‘cosas de chicas’ si él no es una chica.
- Exacto. Sobre chicos. Ella me contaba que hay un chico que le gusta. Y hablamos de ‘tipos’ y también me preguntó cuál era mi tipo.
- Oh…
Aura disimula lo incómodo que resulta el asunto. Más bien, lo incómodo que resulta que no tenga nada de importancia para Paul ese asunto. Pero claro, háblenle de finanzas y denle un montón de números y la felicidad aparece instantáneamente. Gente rara.
- Me gustan los chicos serios. No amargados, sólo serios. Que sonrían cuando se deba y que parezcan buenas personas. Más aún, que lo sean. Como… como los príncipes de los cuentos, pero sin necesidad de caballo blanco o de venir de un país muy lejano. También… -Hace una pausa, lo observa. Nada. Se enfurruña aunque no lo demuestra.- Físicamente castaños, de ojos claros. Me parece lindo eso.
- Suena muy a tu padre.- Y no, eso no es lo que ella quería escuchar.
- Pues no lo es. Es diferente. Es ya alguien en concreto a quien te estoy describiendo. Un chico al que le gusta la música suave, pero que para dormir prefiere escuchar metal y que cuando se enoja tiene un tic así –y trata de imitarlo.- en el ojo. Y es justo de mi edad.
- Oh, ya veo.- Y parece muy serio y Aura piensa “bingo”, pero inmediatamente piensa que ha fallado, cuando escucha-: Suena a un buen chico. A ver cuándo me lo presentas.
Y Aura se enfurruña, se termina sus pastelillos y helado, pide una malteada además y todo porque sabe, muy bien sabe, que Paul es quien paga todo.
***
Aura se rinde tras la quinta vez que falla en darle a entender al cabeza hueca de su primo cuales son sus intenciones. Piensa entonces en Loren y en la paciencia de monje budista que debió tener con William y en lo mucho que necesita de su consejo en aquellos momentos. Consejos de Loren, porque de Yaotzin, Umi o Gabrielle… no, gracias, sabe que son contraproducentes.
- ¿Sucede algo? – Paul habla mientras van a la esquina, para cruzar la calle y salir por fin de aquel lugar, rumbo a la casa ahora que la reunión ha terminado. – Estás un poco… seria.
Aura niega con la cabeza y guarda silencio, mirando fijamente el camino que les queda por recorrer. No hay remedio. Y aunque la frase dice “no hay remedio y eso es un consuelo”, Aura no encuentra el consuelo en ningún lado. Suspira, llevando una bolsa en la mano y cruza sin ver. La mano de Paul le alcanza rápidamente y ella siente el calor de la palma contra la suya y el tirón hacia atrás porque Paul no se cruza.
- Aura…- Musita él y ella se fija en los autos que pasan frente a ella. No que hubiesen podido atropellarla, pero sabe que Paul es exagerado a más no poder. Los hombres de la familia suelen serlo. Excepto Leo, que Aura piensa no es su mellizo y su verdadero mellizo anda por ahí en el mundo.- No te cruces así, tonta.
Tonta es un insulto muy anticuado.
- Y además, ¿qué te pasa? Has estado muy seria. – Continúa y Aura puede sonreír un poco, porque el cabeza hueca de su primo no tiene idea de nada pero se preocupa por ello que no entiende.
- Algún día te lo diré.- Responde entonces, repentinamente animada. No pasa nada, a fin de cuentas. Tiempo les queda y mucho aún, está segura. – Mientras, ¿qué te parece si te pasas por mi casa antes de ir a la tuya? William dijo que de postre habría tiramisú y –mira el reloj, su sonrisa se amplía.- como ya no llegamos para la comida…
- ¿Aún te caben más dulces en el estómago? – Silencio, sonríe también.- Engordarás.
- Yo no engordo, ¿no ves que soy perfecta?
- Claro.
- ¡Póstrate a mis píes y llámame princesa!
Y el tonto –insulto anticuado, se repite- se ríe. No sospecha nada, parece ser, pero Aura cree que, pensándolo bien, no hace falta que se entere aún de nada.
Fandom: Fix
Claim: General
Tabla: Inspirada en canciones
Prompt: 01.-The daughter of evil
Notas/Advertencias:Un poco previo a la historia central de Fix, con William y Umi, pero evento relacionado e importante. ¿Spoilers? Tal vez, aunque ni se entienden.
Mala flor
flores finas
en coloración triste.
Paraíso para ella
ah, se derrumbó fácilmente.
“¡Rápido!”
“Los niños”
Gritos. No lo entiende. Se marea, no entiende. Es todo rojo. Alguien llora.
“Iban con ella los niños”
Ella.
“No, Dios mío, no…”
Pasos que se acerca, rápido. Olor a asepsia, a demasiado cloro y formol.
“… estables”
No escucha antes, pero suspira. El blanco le daña la vista. La luz penetra en sus heridas y escuece. Él manejaba, él…
“¿Y ella?”
No le dicen nada.
Lo sabe todo.
***
- Es un peligro.- Murmura Emilie, llevándose un bolígrafo a los labios, mordiendo como si con ello disipase tensiones. Philiph la mira, asintiendo suavemente a las palabras de su esposa.
- Pero está dentro de la familia.- Alexander se gira a ver a quien ha hablado y se encuentra con la mirada de Rhett que parece repentinamente endurecida. Sonríe ligeramente, ante la ingenuidad que aquel hombre destila.
- Aún así es un peligro.- Masculla Emilie, molesta en demasía, alzando la mirada como de fuego y clavándola en la de Rhett. Ella lleva la sangre, parecen decir los ojos de la mujer, ella la lleva y no podemos arriesgarnos. Rhett, simplemente considera inconcebible lo que parece que se está gestando.
- No puede hacerle eso a su propio hijo.- Rhett aboga ante Alexander por su causa, por defender a quien no está presente. – Además, tienen dos hijos, por Dios, no pueden estar hablando en serio.
Lo cree imposible. Porque Antonella es su amiga de la infancia y no es nada de lo que ellos pretender hacerle creer. Porque él sabe que ella no tiene nada que ver con las cosas que han pasado, porque es mentira que ella filtrara la información y tampoco es su culpa aquel lío que culminara con el ataque de Liesser y su traición a su bando.
Sencillamente…
- Me rehúso a ser partícipe de esto.- Se levanta de la mesa, indignado, más aún cuando la mirada de Alexander no le ha dicho nada. Se muerde los labios, molesto. Si Franz estuviese ahí, piensa, si Franz estuviese podrían hacer algo. Podrían convencerle de detener lo que sea que piensen hacer.
- Siéntate.- Ordena Delilah, halándole del brazo con algo de fuerza y le sienta a fuerzas.
Rhett sabe que ella también se está forzando. Que no es como con Ruth, pero parecido, porque Delilah sabe de Antonella, porque Delilah ha crecido a su lado y tras la muerte de Ruth fue en sus brazos en los que se refugió, más que en los de su hermano o en los de él mismo. Se tranquiliza. Delilah no dejará que suceda, confía.
- Este es un asunto muy… delicado.- Habla Alexander al fin y Emilie dibuja la sonrisa cansada de quien ya ha visto el mismo espectáculo mil veces. – Debemos pensarlo con calma. Es cierto que debe de haber un castigo. Ningún crimen contra nosotros puede quedar impune, incluso si se trata de personas dentro de nuestro grupo. – La pausa que hace es innecesaria, pero la ocupa para sonreír con soberbia y cinismo a los demás.- Aunque trataremos de ser blandos.
Tienen que callar, todos. Calla Delilah sus protestas y se guarda el mal presentimiento y Emilie se traga la frustración momentánea. Rhett reprime el deseo de llamar a Emilie puta por toda la cara y despotricar contra ella, aduciendo que, vale, que su amante está ahora muerto pero que Antonella no tiene culpa de nada. Y aún si así fuese…
- Continuaremos otro día. – Sonríe de nuevo y cuando ya varios se han levantado, alza una mano para llamar la atención.- Recuerden, nada de contarle a Keiro sobre esta reunión. No tiene caso preocuparle sin motivos.
Le indica con la mirada a Emilie quedarse un poco más, haciendo al tiempo un movimiento con la mano para pedirle que se siente a su lado.
La puerta se cierra cuando están solos y Rhett, desde fuera, sólo ve la madera vieja de la puerta y el horrible tapiz de la pared, antes de darse la vuelta y marchar de regreso a casa. Tiene dos hijos, joder, casada, dos hijos, ¡y esos idiotas planeando matarla!
***
Es de madrugada y se levanta, escucha los murmullos y el moverse de su hermana dentro de la cuna. Siente frío cuando baja los píes descalzos y se acerca a la cuna. Ella llora, quedo, sin demasiada fuerza en sus pulmones de bebé. William piensa en mamá. Piensa en su cansancio y en que casi no duerme. Mamá necesita descansar, mamá necesita dormir un poco más. Umi debe callarse, o despertará a mamá.
Cuando toma la almohada suave y presiona suavemente sobre el rostro del bebé, algo dentro le grita que debe detenerse. Es una sucesión rápida de sentimientos que le confunden, que le desconciertan y más que nada, hacen que arroje la almohada en un impulso extraño, movido por un temor frío, fuerte, que llega hasta sus músculos y les hace doler. Umi, liberada al fin del sofocamiento, grita con fuerza. Antonella no tarda en abrir la puerta de la habitación.
- ¿Te despertó la niña, Willy? – Le pregunta Antonella, tras haber tomado a la pequeña en sus brazos, arrullándola un poco y andando por la habitación algunos pasos. William asiente, sin atreverse a contar de aquello que ha pasado. – Lo siento tanto, esto no debería estar afectándote. Quizá no sea buena idea que compartan habitación.
Él asintió. La miró mientras daba vueltas por la habitación, con la niña en brazos, arrullándola con una vieja nana que antes a él le cantara. Después, la miró sentarse en el borde de su cama y sonreírle, haciéndole un llamado silencioso para tenerle a su lado. Obedeció.
- No quería que Umi te despertara.- Confiesa entonces, acomodando su cuerpo contra el de su madre, sintiendo la mano que le roza los cabellos en una caricia suave.
- De todos modos no puedo dormir bien, cariño.- Confiesa ella, en un susurro ahogado.- No dudo que Anaelle me esté protegiendo. Y sé que no pueden hacernos algo; sería arruinar la relación entre las familias y la mitad de la fuerza Odergand caería, pero…
Y como si se diese cuenta de que hablaba de más, calla. Mas luego, al recordar la presencia del menor solamente. William la ve sonreír, con apariencia cansada y el tactos obre su cabello se vuelve más presente. Incluso llega a molestarle, mas no dice nada.
- Algún día tienen que desaparecer. No Delilah ni Rhett, no Keiro. Pero les veo corromperse cada vez más y no puedo soportarlo. ¿Acaso nadie se dio cuenta de la manera en que usaron a Liesser? Era inevitable, yo no tuve que ver en eso, aunque me hubiera gustado.
William no la entiende, así que se limita a asentir, recargarse más y lentamente caer dormido, arrullado por la voz de su madre que se queja, que parece molesta y cuyos susurros amenazantes se pierden en el silencio de la madrugada de aquella mañana de agosto.
***
No es verdad. Rhett se niega a creer que es verdad lo que sucede. Cuando Keiro le llama desde el hospital, sin saber a quien más recurrir, en su mente no puede concebir que sea cierto lo que sospecha. Delilah le mira tristemente antes de que él salga, como si ella tuviese el mismo pensamiento. Por eso, cree Rhett, ella no le acompaña al hospital, a ver a su hermano.
- ¿Los niños…? – Pregunta al llegar con Keiro, al tiempo en que le rodea con los brazos, sintiéndole temblar.
- Bien… William y Umi están con Shana. – Se le corta la voz por un instante y Rhett en su mente ata todos los cabos que va encontrado. La red es tan grande…- Los mellizos están… estables, eso dijeron los médicos. Yo no entiendo de estas cosas.
Y entonces él también tiembla, de furia contenida y arde en deseos de rebelarse contra la fuerza que es Alexander y contra las murallas que son Emilie y Philiph. En su odio, ve a los Shaanxi metidos en todo aquello, también a los Kavanagh, incluso a los Eysenck, aunque no exista manera de que ello sea posible.
- Antonella…
No dice más, porque lo sabe. Porque en su mente ve los planes de Emilie y Alexander, ve la búsqueda del tiempo perfecto, aplacando al ira bullente para reemplazarla con deseos de venganza fría. “Querían matarlos a todos”, piensa de pronto. “A Antonella, a los niños…” Escoria, basura, plaga maldita. Todos ellos lo son, los que han hecho eso, los que han logrado, tras cuatro años, dar a los traidores el castigo que merecen los traidores. Familia enferma.
Y él que no puede -que no pudo ni podrá- hacer nada. Nada.
Claim: General
Tabla: Inspirada en canciones
Prompt: 05.-The dark woods circus
Notas/Advertencias:Cosa sencillita, Umi-céntrico y err, nada más. Umi es una maldita manipuladora, ahora que me doy cuenta e.eu y William demasiado manipulable.
Para disolver mis ojos
Mi piel es la llaga
Sobre mis ojos reflectados
Umi recuerda que alguna vez quisieron arrastrarla dentro de la trampa, hacerla caer de la misma forma en la que hicieron caer a su hermano en aquellos tiempos. Recuerda, aún con leve asombro, el comportamiento dentro de aquella oficina en casa de Alexander y recuerda sus propias impresiones a medida que veía avanzar las cosas y sentía el tirar de la soga en su cuello, tratando de arrojarla al vórtice.
Había sido curiosidad, porque William –su William, su hermano y más que eso- pasaba demasiado tiempo en aquel lugar, porque un velo extraño había caído sobre sus ojos y ahora la sonrisa de buenos días parecía mancillada por algo más.
Es todo un teatro, una farsa, una actuación que ella no se cree porque conoce demasiado bien a todos los presentes.
Recuerda la mano de Allan sujetando la suya, dirigiéndole con aquella sonrisa al interior de la sala de juntas. Umi, con la otra mano, sujetaba la de su hermano, renuente a soltarla, queriendo sentirla un poco más, pero obligándose a dejarle cuando cruzaron la puerta de la sala y vio ante sí ya a parte de la familia reunida. La figura imponente de Alexander se alzaba por encima de las demás, figura central, jefe absoluto y Umi bajó la vista tras haberle visto demasiado tiempo.
Emilie y Philiph, al lado de Alexander, permanecían como figuras inmóviles. No pudo descifrar la mirada que tía Emilie le lanzó, un poco compasión, algo parecido a la lástima y sin embargo, había algo más ahí, sentimiento indescriptible. Culpabilidad, sabría después, porque Emilie llevaba a cuestas una carga demasiado pesada por un crimen que nunca le sería perdonado. Y aunque se sintió desprotegida al momento en que su hermano soltase su mano en aquel momento, la mirada suave de Rhett, sentado cerca, logró reconfortarla.
Aún ahora se pregunta cómo sucedió y cómo fue posible que alguien como Rhett cayese en aquel agujero y se ensuciara de aquel fango asqueroso que era la familia Odergand y sus negocios sucios. Cómo su pureza fue mancillada y su alma corrompida a grados inconcebibles, su espíritu deformado y su vida convertida en una mentira.
Sentada en un sofá en una de las esquinas de la habitación, se dedicó a observar, sin hacer ruido siquiera por temor a interrumpir la reunión que, en cuanto Henry y su padre llegaron, dio comienzo.
- Sobre el asunto de Perkin… - Philiph habló, girando el rostro para verla, como si desconfiase de su presencia en ese lugar y no creyese conveniente que ella conociera de aquellos asuntos.
- Está bien, no representa peligro.- William se adelantó a cualquier respuesta, con voz firme y segura, sin despegar la vista de algunos papeles que pasó prontamente a Allan, para su verificación. Umi no había sabido hasta ese momento que su hermano poseía rasgos tan duros ni que su voz podría sonar tan fría y vacía como entonces.
- Perkin será eliminado en el transcurso de la semana.- La sonrisa de Henry fue igual que todas, amable y atenta, idéntica a la de las reuniones familiares, a la que regalaba a muchos otros. Y aún así, Umi no tardó en comprender a lo que se refería.- Aunque, la esposa y el hijo… creo que lo más conveniente sería eliminarlos también.
Un asentimiento de parte de Alexander dio la respuesta definitiva. Umi se sobrecogió, observando la inmutabilidad de los miembros ante la decisión tomada. La mirada de William se lo dijo al cruzarse con la propia, que era inútil intentar cambiar las cosas y que él nada podía hacer, por nadie. Atrapado como estaba, no podía hacer nada.
(Tiempo, mucho tiempo después, William le confesaría que su deseo era salvar a Rhett de aquellas redes. Se lo diría entre lágrimas, besando sus cabellos y se disculparía por involucrarla a ella también. Pediría su consejo y ella, apelando a la moral en turno, sujetándose a la retorcida concepción de las cosas de su hermano, le convencería de que la muerte era la única, la mejor salida, para alguien como Rhett. Sería mentira, pero funcionaría para aplacar su ira y sanar su alma.)
De Allan, podría haber jurado que lo disfrutaba. La reunión y lo dicho, las resoluciones a las que llegaban, las órdenes que Alexander soltaba y que a veces parecían hechas sólo para que Allan se sintiera bien y William cada vez más oprimido.
Se arrepintió. Se arrepintió de ver aquel mundo y de sumergirse en él, aunque fuese sólo por un momento, aunque no llegase a ahogarse. Y aún se arrepiente. Porque el odio visceral hacia su propia sangre crece con el tiempo, porque sabe lo que sucede tras esas puertas, lo que nadie ve, lo que nadie más conoce y juzga. Porque ella ha visto la verdad tras el circo maltrecho de la familia y ha descubierto que lo odia.
(Se decidirá a destrozar el mundo de mentiras, se propondrá acabar con la función estúpida y detestable que observó repetirse cientos de veces, con los mismos resultados, ciclando eternamente.)
Umi recuerda el momento en que cayó dentro de las redes oscuras de su familia. Pero recuerda, también, que al instante se prometió deshacerse de las cadenas y purificar aquel escenario de vida.
Sin importar las consecuencias.
Fandom: Fix
Claim: General
Tabla: Inspirada en canciones
Prompt: 10.-World is mine
Notas/Advertencias:Supongo que ya era hora de algo como esto. En fin, ninguna advertencia, nya.
Y me lleve con él
¿Lo has captado ya?
Arrodíllate y dime que para ti otra princesa no habrá.
No es para nada lo que William dice. Nada. ¿Ella egoísta? Imposible. Aura se reacomoda el cabello, parada frente al escaparate de una de las tiendas del centro de la ciudad, cuidadosa de acomodarlo como se debe, insegura de haber elegido la ropa correcta. Frunce el ceño unos momentos. Vale, es cierto que chantajeó al pobre de su primo Paul para que la llevase de compras, luego de que William se negara por millonésima vez. También es cierto que le hizo romper compromisos pero… ¡pero ella es importante! ¿no? ¡Por supuesto!
Se sonríe. Está claro que lo es.
Suspira, observando la gente que anda por las calles, sin fijarse en nadie en particular, sólo esperando. Y se hace tarde, aunque no mucho, pero se enfada porque él debería estar ahí a tiempo, justo la hora, ¡acaso no tiene sentido de la puntualidad? En realidad, ella espera muchas cosas. Espera que Paul note el esmero que ha puesto en arreglarse, cuando por lo general suele sólo cepillarse el cabello, ponerse algo de polvo y rubor y salir al río de gente que la arrastra como una corriente. Espera… oh, sí, realmente espera…
Pero la espera está tardando demasiado.
Frunce el ceño, se lleva una mano al estómago, recordando la falta de alimento y mira a su alrededor, con la pequeña sonrisa regresando a sus labios, porque acaba de advertir que William no está por ahí, no le dirá “cómete estas verduras” ni “más dulces no”. Pero claro, si ella fuese Umi y quisiera atiborrarse de chocolates, William lo permitiría.
Aura sabe que la preferencia es clara. Y en cierta forma, excesiva. Se pregunta por un momento si acaso hay algo más que fraternidad en esa relación. Oh, no, ya empieza a imaginar cosas de nuevo…
- Aura… - La voz y la mano que se posa en su hombro la hace pegar un brinco que trata de disimular, pero que en cierta forma le resulta agradable porque, hey, Paul está sonriendo y eso ya es ganancia, porque Paul tiene sonrisa bonita, de dientes muy blancos, labios finos y toda la pureza del tío Rhett.
- ¿Quién te crees que soy como para hacerme esperar? – Impreca, con falsa, o no tan falsa, indignación, llevándose las manos a las caderas para luego, en un gesto demasiado dramático, llevarse una mano al cabello y acomodarlo de la parte baja. – Nunca hay que dejar esperar a una chica.
- Pero eres mi prima…
- ¿Y eso qué? ¿Acaso no soy una chica? – Y hay algo en la sonrisa de disculpa de Paul que a Aura le duele, porque sabe que es verdad, porque ese tonto jamás la considerará como una chica más, viéndola siempre como “su pequeña prima”. Estúpidas relaciones de sangre.
Pero como dice el dicho, “a la prima se le arrima…”
- No importa.- Continua, tomándole del brazo, cual niña pequeña, pese a que va completamente contra su costumbre y el único brazo que su costado reconoce es el de su hermano mayor y pocas veces, el de su hermano pequeño. – Vamos, tengo muchos planes.
No espera a que responda y le arrastra a través de las tiendas y escaparates, sin muchos comentarios, de vez en cuando buscando una opinión. Pero, realmente a ella tampoco le agradan mucho las compras. Menos cuando Paul parece saber más que ella de marcas, bolsos y zapatos. Consecuencia de tener una madre como Delilah, supone. Bueno, eso es mejor que ser un machista idiota como Allan o un … lo que sea que sea Charles. Y buen, William mejor ni decirlo.
Algo debe de andar mal con el cromosoma “y” en la familia, porque esos hombres...
Vale, mientras ella no procree varones, todo irá bien.
** *
En algún momento llegan al restaurant de comida rápida y lo primero que ella pide es helado. Helado y una especie de pastelillos bastante dulces. Y espera que el quede espacio para unas galletas que acaba de ver que venden en el establecimiento del frente. Desde su asiento ve a Paul acercarse cargando con las –no tan pequeñas- compras que han hecho y aún encima las cosas que ella le ha pedido. Por un momento se apiada. Momento efímero, pequeñitito y luego se le olvida.
- El otro día…- Comienza ella a hablar, llevándose el helado a la boca, haciendo pausa para comerlo.- hablaba con Lina sobre… cosas de chicas.
- De chicas. – Susurra Paul, sólo viéndola, tratando de poner atención, sin saber por qué Aura le habla de ‘cosas de chicas’ si él no es una chica.
- Exacto. Sobre chicos. Ella me contaba que hay un chico que le gusta. Y hablamos de ‘tipos’ y también me preguntó cuál era mi tipo.
- Oh…
Aura disimula lo incómodo que resulta el asunto. Más bien, lo incómodo que resulta que no tenga nada de importancia para Paul ese asunto. Pero claro, háblenle de finanzas y denle un montón de números y la felicidad aparece instantáneamente. Gente rara.
- Me gustan los chicos serios. No amargados, sólo serios. Que sonrían cuando se deba y que parezcan buenas personas. Más aún, que lo sean. Como… como los príncipes de los cuentos, pero sin necesidad de caballo blanco o de venir de un país muy lejano. También… -Hace una pausa, lo observa. Nada. Se enfurruña aunque no lo demuestra.- Físicamente castaños, de ojos claros. Me parece lindo eso.
- Suena muy a tu padre.- Y no, eso no es lo que ella quería escuchar.
- Pues no lo es. Es diferente. Es ya alguien en concreto a quien te estoy describiendo. Un chico al que le gusta la música suave, pero que para dormir prefiere escuchar metal y que cuando se enoja tiene un tic así –y trata de imitarlo.- en el ojo. Y es justo de mi edad.
- Oh, ya veo.- Y parece muy serio y Aura piensa “bingo”, pero inmediatamente piensa que ha fallado, cuando escucha-: Suena a un buen chico. A ver cuándo me lo presentas.
Y Aura se enfurruña, se termina sus pastelillos y helado, pide una malteada además y todo porque sabe, muy bien sabe, que Paul es quien paga todo.
***
Aura se rinde tras la quinta vez que falla en darle a entender al cabeza hueca de su primo cuales son sus intenciones. Piensa entonces en Loren y en la paciencia de monje budista que debió tener con William y en lo mucho que necesita de su consejo en aquellos momentos. Consejos de Loren, porque de Yaotzin, Umi o Gabrielle… no, gracias, sabe que son contraproducentes.
- ¿Sucede algo? – Paul habla mientras van a la esquina, para cruzar la calle y salir por fin de aquel lugar, rumbo a la casa ahora que la reunión ha terminado. – Estás un poco… seria.
Aura niega con la cabeza y guarda silencio, mirando fijamente el camino que les queda por recorrer. No hay remedio. Y aunque la frase dice “no hay remedio y eso es un consuelo”, Aura no encuentra el consuelo en ningún lado. Suspira, llevando una bolsa en la mano y cruza sin ver. La mano de Paul le alcanza rápidamente y ella siente el calor de la palma contra la suya y el tirón hacia atrás porque Paul no se cruza.
- Aura…- Musita él y ella se fija en los autos que pasan frente a ella. No que hubiesen podido atropellarla, pero sabe que Paul es exagerado a más no poder. Los hombres de la familia suelen serlo. Excepto Leo, que Aura piensa no es su mellizo y su verdadero mellizo anda por ahí en el mundo.- No te cruces así, tonta.
Tonta es un insulto muy anticuado.
- Y además, ¿qué te pasa? Has estado muy seria. – Continúa y Aura puede sonreír un poco, porque el cabeza hueca de su primo no tiene idea de nada pero se preocupa por ello que no entiende.
- Algún día te lo diré.- Responde entonces, repentinamente animada. No pasa nada, a fin de cuentas. Tiempo les queda y mucho aún, está segura. – Mientras, ¿qué te parece si te pasas por mi casa antes de ir a la tuya? William dijo que de postre habría tiramisú y –mira el reloj, su sonrisa se amplía.- como ya no llegamos para la comida…
- ¿Aún te caben más dulces en el estómago? – Silencio, sonríe también.- Engordarás.
- Yo no engordo, ¿no ves que soy perfecta?
- Claro.
- ¡Póstrate a mis píes y llámame princesa!
Y el tonto –insulto anticuado, se repite- se ríe. No sospecha nada, parece ser, pero Aura cree que, pensándolo bien, no hace falta que se entere aún de nada.
Fandom: Fix
Claim: General
Tabla: Inspirada en canciones
Prompt: 01.-The daughter of evil
Notas/Advertencias:Un poco previo a la historia central de Fix, con William y Umi, pero evento relacionado e importante. ¿Spoilers? Tal vez, aunque ni se entienden.
flores finas
en coloración triste.
Paraíso para ella
ah, se derrumbó fácilmente.
“¡Rápido!”
“Los niños”
Gritos. No lo entiende. Se marea, no entiende. Es todo rojo. Alguien llora.
“Iban con ella los niños”
Ella.
“No, Dios mío, no…”
Pasos que se acerca, rápido. Olor a asepsia, a demasiado cloro y formol.
“… estables”
No escucha antes, pero suspira. El blanco le daña la vista. La luz penetra en sus heridas y escuece. Él manejaba, él…
“¿Y ella?”
No le dicen nada.
Lo sabe todo.
***
- Es un peligro.- Murmura Emilie, llevándose un bolígrafo a los labios, mordiendo como si con ello disipase tensiones. Philiph la mira, asintiendo suavemente a las palabras de su esposa.
- Pero está dentro de la familia.- Alexander se gira a ver a quien ha hablado y se encuentra con la mirada de Rhett que parece repentinamente endurecida. Sonríe ligeramente, ante la ingenuidad que aquel hombre destila.
- Aún así es un peligro.- Masculla Emilie, molesta en demasía, alzando la mirada como de fuego y clavándola en la de Rhett. Ella lleva la sangre, parecen decir los ojos de la mujer, ella la lleva y no podemos arriesgarnos. Rhett, simplemente considera inconcebible lo que parece que se está gestando.
- No puede hacerle eso a su propio hijo.- Rhett aboga ante Alexander por su causa, por defender a quien no está presente. – Además, tienen dos hijos, por Dios, no pueden estar hablando en serio.
Lo cree imposible. Porque Antonella es su amiga de la infancia y no es nada de lo que ellos pretender hacerle creer. Porque él sabe que ella no tiene nada que ver con las cosas que han pasado, porque es mentira que ella filtrara la información y tampoco es su culpa aquel lío que culminara con el ataque de Liesser y su traición a su bando.
Sencillamente…
- Me rehúso a ser partícipe de esto.- Se levanta de la mesa, indignado, más aún cuando la mirada de Alexander no le ha dicho nada. Se muerde los labios, molesto. Si Franz estuviese ahí, piensa, si Franz estuviese podrían hacer algo. Podrían convencerle de detener lo que sea que piensen hacer.
- Siéntate.- Ordena Delilah, halándole del brazo con algo de fuerza y le sienta a fuerzas.
Rhett sabe que ella también se está forzando. Que no es como con Ruth, pero parecido, porque Delilah sabe de Antonella, porque Delilah ha crecido a su lado y tras la muerte de Ruth fue en sus brazos en los que se refugió, más que en los de su hermano o en los de él mismo. Se tranquiliza. Delilah no dejará que suceda, confía.
- Este es un asunto muy… delicado.- Habla Alexander al fin y Emilie dibuja la sonrisa cansada de quien ya ha visto el mismo espectáculo mil veces. – Debemos pensarlo con calma. Es cierto que debe de haber un castigo. Ningún crimen contra nosotros puede quedar impune, incluso si se trata de personas dentro de nuestro grupo. – La pausa que hace es innecesaria, pero la ocupa para sonreír con soberbia y cinismo a los demás.- Aunque trataremos de ser blandos.
Tienen que callar, todos. Calla Delilah sus protestas y se guarda el mal presentimiento y Emilie se traga la frustración momentánea. Rhett reprime el deseo de llamar a Emilie puta por toda la cara y despotricar contra ella, aduciendo que, vale, que su amante está ahora muerto pero que Antonella no tiene culpa de nada. Y aún si así fuese…
- Continuaremos otro día. – Sonríe de nuevo y cuando ya varios se han levantado, alza una mano para llamar la atención.- Recuerden, nada de contarle a Keiro sobre esta reunión. No tiene caso preocuparle sin motivos.
Le indica con la mirada a Emilie quedarse un poco más, haciendo al tiempo un movimiento con la mano para pedirle que se siente a su lado.
La puerta se cierra cuando están solos y Rhett, desde fuera, sólo ve la madera vieja de la puerta y el horrible tapiz de la pared, antes de darse la vuelta y marchar de regreso a casa. Tiene dos hijos, joder, casada, dos hijos, ¡y esos idiotas planeando matarla!
***
Es de madrugada y se levanta, escucha los murmullos y el moverse de su hermana dentro de la cuna. Siente frío cuando baja los píes descalzos y se acerca a la cuna. Ella llora, quedo, sin demasiada fuerza en sus pulmones de bebé. William piensa en mamá. Piensa en su cansancio y en que casi no duerme. Mamá necesita descansar, mamá necesita dormir un poco más. Umi debe callarse, o despertará a mamá.
Cuando toma la almohada suave y presiona suavemente sobre el rostro del bebé, algo dentro le grita que debe detenerse. Es una sucesión rápida de sentimientos que le confunden, que le desconciertan y más que nada, hacen que arroje la almohada en un impulso extraño, movido por un temor frío, fuerte, que llega hasta sus músculos y les hace doler. Umi, liberada al fin del sofocamiento, grita con fuerza. Antonella no tarda en abrir la puerta de la habitación.
- ¿Te despertó la niña, Willy? – Le pregunta Antonella, tras haber tomado a la pequeña en sus brazos, arrullándola un poco y andando por la habitación algunos pasos. William asiente, sin atreverse a contar de aquello que ha pasado. – Lo siento tanto, esto no debería estar afectándote. Quizá no sea buena idea que compartan habitación.
Él asintió. La miró mientras daba vueltas por la habitación, con la niña en brazos, arrullándola con una vieja nana que antes a él le cantara. Después, la miró sentarse en el borde de su cama y sonreírle, haciéndole un llamado silencioso para tenerle a su lado. Obedeció.
- No quería que Umi te despertara.- Confiesa entonces, acomodando su cuerpo contra el de su madre, sintiendo la mano que le roza los cabellos en una caricia suave.
- De todos modos no puedo dormir bien, cariño.- Confiesa ella, en un susurro ahogado.- No dudo que Anaelle me esté protegiendo. Y sé que no pueden hacernos algo; sería arruinar la relación entre las familias y la mitad de la fuerza Odergand caería, pero…
Y como si se diese cuenta de que hablaba de más, calla. Mas luego, al recordar la presencia del menor solamente. William la ve sonreír, con apariencia cansada y el tactos obre su cabello se vuelve más presente. Incluso llega a molestarle, mas no dice nada.
- Algún día tienen que desaparecer. No Delilah ni Rhett, no Keiro. Pero les veo corromperse cada vez más y no puedo soportarlo. ¿Acaso nadie se dio cuenta de la manera en que usaron a Liesser? Era inevitable, yo no tuve que ver en eso, aunque me hubiera gustado.
William no la entiende, así que se limita a asentir, recargarse más y lentamente caer dormido, arrullado por la voz de su madre que se queja, que parece molesta y cuyos susurros amenazantes se pierden en el silencio de la madrugada de aquella mañana de agosto.
***
No es verdad. Rhett se niega a creer que es verdad lo que sucede. Cuando Keiro le llama desde el hospital, sin saber a quien más recurrir, en su mente no puede concebir que sea cierto lo que sospecha. Delilah le mira tristemente antes de que él salga, como si ella tuviese el mismo pensamiento. Por eso, cree Rhett, ella no le acompaña al hospital, a ver a su hermano.
- ¿Los niños…? – Pregunta al llegar con Keiro, al tiempo en que le rodea con los brazos, sintiéndole temblar.
- Bien… William y Umi están con Shana. – Se le corta la voz por un instante y Rhett en su mente ata todos los cabos que va encontrado. La red es tan grande…- Los mellizos están… estables, eso dijeron los médicos. Yo no entiendo de estas cosas.
Y entonces él también tiembla, de furia contenida y arde en deseos de rebelarse contra la fuerza que es Alexander y contra las murallas que son Emilie y Philiph. En su odio, ve a los Shaanxi metidos en todo aquello, también a los Kavanagh, incluso a los Eysenck, aunque no exista manera de que ello sea posible.
- Antonella…
No dice más, porque lo sabe. Porque en su mente ve los planes de Emilie y Alexander, ve la búsqueda del tiempo perfecto, aplacando al ira bullente para reemplazarla con deseos de venganza fría. “Querían matarlos a todos”, piensa de pronto. “A Antonella, a los niños…” Escoria, basura, plaga maldita. Todos ellos lo son, los que han hecho eso, los que han logrado, tras cuatro años, dar a los traidores el castigo que merecen los traidores. Familia enferma.
Y él que no puede -que no pudo ni podrá- hacer nada. Nada.